En el corazón de Sevilla, donde la tradición y la modernidad se entrelazan, se encuentra La Campana, una confitería emblemática cuya historia se ha forjado en el tejido social y cultural de la ciudad durante más de un siglo. Con 132 años de existencia, La Campana no es solo una pastelería; es un símbolo viviente de la identidad sevillana, una empresa familiar que ha evolucionado a lo largo de las generaciones sin perder su esencia.
Origen de la confitería La Campana
La historia de La Campana se remonta a 1885, cuando Antonio Hernández Merino, un hombre con raíces en Rota y una historia de amor que floreció en las Filipinas coloniales españolas, decidió abrir esta confitería junto a su esposa, Margarita Nalda Gil. Desde ese momento, La Campana se convirtió en más que un lugar para disfrutar de dulces; se transformó en un punto de encuentro, un lugar donde se entrelazan historias de amor, familia y tradición.
A lo largo de los años, La Campana ha sido testigo y parte de la historia de Sevilla, sobreviviendo y prosperando a través de cambios dinásticos, republicanos, dictatoriales y democráticos. La confitería ha sido un refugio para los sevillanos en momentos de alegría y tristeza, y un lugar donde se celebra la cultura local, especialmente durante la Semana Santa, con rituales que conectan a la comunidad a través de la tradición de las torrijas.
La gerencia de La Campana pasó de Antonio a sus hijos José y Carlos Hernández Nalda, quienes llevaron la empresa a nuevos horizontes sin olvidar sus raíces. Como hermanos mayores de cofradías y figuras prominentes en la comunidad, inculcaron en el negocio familiar un profundo sentido de pertenencia y tradición que aún perdura.
Con el tiempo, una nueva generación tomó las riendas, expandiendo la presencia de La Campana en Sevilla con la inclusión de nuevos espacios como el restaurante La Reja y una pastelería en Los Remedios. Sin embargo, el corazón del negocio siempre ha sido su obrador, originalmente ubicado en un antiguo convento detrás de la confitería, donde se han creado innumerables dulces que han deleitado a generaciones de sevillanos.
La Campana en la actualidad
Hoy, bajo la dirección de Borja Hernández Medina, La Campana da un paso audaz hacia el futuro con la inauguración de un nuevo obrador en Santiponce. Este traslado no solo cumple con las exigencias normativas sanitarias actuales, sino que también representa el compromiso de la familia Hernández con la innovación y la calidad, asegurando que La Campana continúe siendo un referente de excelencia culinaria.
La nueva instalación en Santiponce es una promesa de que, a pesar de los cambios y los desafíos de los nuevos tiempos, La Campana seguirá manteniendo viva la tradición, ofreciendo a sevillanos y visitantes dulces navideños, torrijas, pestiños y otras delicias que han hecho de esta confitería un lugar legendario.
En definitiva, La Campana no es solo una pastelería; es un tesoro de Sevilla, un legado de familia y tradición que sigue adelante, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder la esencia que la ha convertido en un símbolo querido de la ciudad. Con cada dulce que sale de su obrador, La Campana no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma de Sevilla, perpetuando un legado que trasciende generaciones.