Las empresas de La Muralla, La Estepeña y E. Moreno, lideran la producción del Polvorón de Estepa, un sector que factura más de 70 millones anuales.
En la localidad de Estepa, alrededor de 20 empresas han elegido la tradición culinaria del mantecado y el polvorón como su sello distintivo, generando ingresos que superan los 70 millones de euros y alcanzando una producción anual de 20 millones de kilos, según revelan datos del consejo regulador de la Denominación de Origen de esta Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Tres firmas que representan a la empresa familiar, predominan en este dulce negocio, acaparando la mitad de todas las ventas. Dulces Olmedo, custodio de la marca La Muralla, ha visto un incremento impresionante, elevando su facturación de 2 millones a 18 millones de euros en seis años y contando con un equipo de 300 personas. La Estepeña, dirigida por la familia Galván, factura aproximadamente 12 millones, mientras que E. Moreno (Enrique Moreno) genera ingresos por valor de 10 millones de euros, respaldada por 180 empleados.
Este ascenso prodigioso de La Muralla se atribuye a su colaboración con la cadena de supermercados Mercadona, siendo su interproveedor de dulces desde 2010.
Otras empresas en la producción del Polvorón de Estepa
Más allá de estas tres grandes, existen otras marcas renombradas que forman parte de la DO, entre ellas, La Biblia, La Vicaría, y La Ponderosa, cada una contribuyendo con su granito de azúcar a la tradición del mantecado y el polvorón en Estepa. De especial mención es La Colchona, la firma más antigua, bautizada así en honor a la inventora del mantecado hace 185 años, cuya receta original integra manteca de cerdo, azúcar, harina y almendra.
Sin embargo, hay entidades prominentes que, aunque no están incluidas en la DO, han cultivado sus propias estrategias comerciales y han ganado reconocimiento, tales como El Patriarca, La Despensa de Palacio y El Dulce Nombre.
Este tejido empresarial de Estepa no solo conserva y enriquece la tradición culinaria, sino que también potencia la economía local, eleva el perfil gastronómico de la región y satisface los paladares de los consumidores con sus deliciosas creaciones. La diversidad y la competitividad han permitido que el mantecado y el polvorón de Estepa gocen de renombre y sean sinónimo de calidad y tradición en el mundo de la repostería española.
El Polvorón de Estepa y su incidencia en la bajada del desempleo
La pequeña localidad sevillana de Estepa experimenta cada año una notable revitalización laboral con la llegada del otoño y el invierno, gracias principalmente a sus tradicionales industrias del mantecado y el olivar. Este fenómeno recurrente ha dado un respiro a la comunidad, marcando una significativa disminución del paro que este año ha alcanzado un 35%.
Al finalizar agosto, Estepa contaba con 1.091 personas registradas como desempleadas, pero con la llegada de septiembre, este número descendió a 831, alcanzando su punto más bajo en octubre con apenas 720 personas en búsqueda de empleo. Este patrón laboral es previsible y ansiado, coincidiendo con el inicio de la campaña del polvorón y el encendido de los obradores en las más de 20 fábricas de dulces navideños que dan vida a la localidad.
La ocupación en estos meses se dispara, principalmente entre las mujeres, que encuentran en la producción de mantecados una fuente sustancial de empleo, ocupando el 85% de los cerca de 2.000 puestos directos que se generan. Además, la industria del olivar complementa este aumento de empleabilidad, haciendo de estos meses la mejor época para aquellos que buscan trabajo en la región.
Creación de empleo en otros sectores
Sin embargo, el impacto laboral de estas industrias no se limita a los empleos directos en las fábricas de dulces y campos de olivos. Otros sectores como talleres mecánicos, imprentas, transporte y empresas de embalajes también experimentan un repunte, sumando aproximadamente 2.500 empleos indirectos.
Esta sinergia entre las tradicionales industrias del mantecado y el olivar ha transformado el panorama laboral de Estepa cada otoño e invierno, ofreciendo no solo empleo sino también esperanza y estabilidad a sus habitantes. Este fenómeno refleja la importancia de las industrias locales en la dinamización de la economía de pequeñas localidades, y cómo la tradición y la actividad contemporánea pueden coexistir beneficiando a la comunidad. En Estepa, los dulces navideños y los olivares se convierten, año tras año, en los protagonistas de un esperado renacer laboral.